“give yourself over to absolute pleasure”
Hoy vamos a hablar de un tema completamente inabarcable y con una cantidad infinita de aristas: el placer. Me parece imposible definir el placer porque hay una definición de placer por cada persona que existe en este planeta. Puede ser sexual, gastronómico, musical, físico, intelectual, etc.
Arranquemos bien arriba, primero hablemos de música. Yo creo que el género definitorio de la relación entre la música y el placer es, lejos, la música disco. El disco se alimenta por y para el placer. Nació en la época justita para ser la cúspide del hedonismo, después de la liberación de los 60s y antes de que la crisis del SIDA en los 80s cayera como un baldazo de agua fría, la gente estaba bailando. En los Estados Unidos de los 70s las personas estaban estaban adentro de boliches, bailando, drogándose, cogiendo y transpirando al ritmo de una Donna Summer que gemía al micrófono en la canción que da el título de esta entrega “Love To Love You, Baby”
Y señalo particularmente a Donna Summer porque no hay música disco sin Donna Summer. No hay exceso, no hay lujuria, no hay abandono en la pista sin Donna Summer. Una de mis anécdotas favoritas de la historia de la música es que Brian Eno fue corriendo con un disco de “I Feel Love”, se lo hizo a escuchar a Bowie y le dijo “este es el sonido del futuro” y lo fue. Y en gran parte el sonido del futuro estuvo definido por la voz de Donna Summer junto a los arreglos de personas como Giorgio Moroder. En 1975, Donna graba las voces (y gemidos) de “Love To Love You” y una copia de la canción llega Neil Bogart, de la disquera Casablanca, que en una fiesta en su casa, pone la canción una y otra vez. Después de esta fiesta, Bogart le pide a Moroder que produzca una versión mucho más larga de la canción, de casi 20 minutos. Todo esto se convierte en “Love To Love You, Baby” y creo que encapsula la totalidad de la importancia de la música disco. La duración larguísima, como un trance, la repetición de los sonidos como un mantra, los gemidos del éxtasis del placer. La canción se convierte en una experiencia mística, casi religiosa.
Y si la música disco era la religión y el placer, el éxtasis entonces los boliches son las catedrales. Tenemos que hablar de los boliches porque no fueron, ni son, solamente un lugar para ir a bailar. Los boliches nacieron como un lugar de comunión al que asistía la gente que quería disfrutar de la música pero el baile era solamente la superficie. Los boliches son un lugar de liberación y de encuentros. En las épocas de la música disco, los boliches eran los lugares donde se mezclaban la gente blanca y la negra, los homosexuales y los heterosexuales, donde las mujeres se desataban de las inhibiciones, todos unidos por el deseo de llegar al éxtasis de la liberación de los cuerpos. El valor igualador de las discos fue importante aunque haya sido solamente una especie de microclima dentro del lugar. Para la comunidad LGBTT+ los boliches también representan el lugar de pertenencia, un espacio privado donde uno puede ser como quiere sin los peligros que existen en la calle. Eso mezclado con la música disco y el baile generan un mundo nuevo, una desconexión de todo lo malo que existe en el universo. La repetición, los mantras, la hipnosis de los ritmos hacen de la música disco y de los boliches una experiencia extática.
Si bien la época disco como tal tuvo una corta vida tuvo (tiene) una influencia enorme en la música que vino después, desde el electropop de los 80s, la música industrial de los 90s, el pop del 2000s y todo el pop y electropop que consumimos hasta el día de hoy. Sin ir más lejos, justo hoy, el día de la publicación de esta entrega de Sublime Obsesión, se cumple un mes de la salida de That! Feels Good!, el último disco de Jessie Ware. Un bacanal musical que parece extraído directamente de 1977. En la primera canción de este disco, la que se llama justamente “That! Feels Good!” nos entrega un mantra, nos da una orden, nos recuerda que “pleasure is a right” (el placer es un derecho) sobre una base funk loopeada que recuerda a las mejores bases de disco.
Seguimos con un poco de música aunque también involucra performance y fotografía y a Madonna, porque no hay placer sin Madonna. En el año 1992, el año de mi nacimiento (4 de marzo, acepto regalos), Madge publica un disco acompañado de un libro que iban a hacer enojar a muchísima gente y a los trolos nos iban a marcar a fuego como pocas cosas lo hicieron después: llegaron Erotica, el disco y Sex, el libro. Erotica y Sex se dedican a la exploración del placer, especialmente desde una mirada femenina. Es decir, imágenes de placer creadas por una mujer y que no están sesgadas por la mirada sexual de un hombre. ¿Qué hizo Madonna al producir estas imágenes visuales y musicales? Tomó las riendas de su propio placer y marcó el rumbo del pop en el futuro, abriendo las puertas a que más mujeres de la música pudieran utilizar su propia sexualidad como inspiración. El sexo y el placer ya habían sido inspiración, obvio, más arriba ya hablé de, por ejemplo, Love To Love You, Baby y sus gemidos pero la diferencia entre Madonna y Donna Summer es que Madonna toma el control. En vez de esperar pasivamente a que otra persona la satisfaga, Madonna toma las riendas y domina. Ella sabe lo que quiere, lo busca y lo consigue.
Pero Erotica a nivel números fue (para los estándares de Madonna) un fracaso. Y eso no tiene que ver con la calidad de la música sino que fue una especie de castigo: tanto Erotica como Sex produjeron la ira de las áreas más conservadoras de la sociedad que no estaban preparadas para recibir un producto así. El problema no era el disco, eso ya lo sabemos. El problema lo tenía el conservadurismo. Muchos padres estaban preocupados porque sus hijos consumieran la nueva música de Madonna, hubo intentos de boicot, se intentó prohibir. Pero ¿cuál sería el problema? Bueno, eso es obvio, el problema estaba en el goce de la sexualidad y en el placer.
Porque nos tenemos que meter en los senderos espinosos que son las políticas del placer. Un ejemplo bastante reciente: ¿se acuerdan cuando fue el debate sobre el aborto en Argentina y Pino Solanas, descanse en paz, dijo “el goce, señora presidenta”? Vivimos en un país católico, como lo dice la constitución, y el catolicismo condena el placer. El placer de la carne, ya saben. El onanismo, la masturbación, las relaciones premaritales, el adulterio. Todas cosas divertidas. Cuando Pino gritó "el goooce", nos estaba recordando, lo mismo que Jessie Ware (todo tiene que ver con todo) que el placer también es un derecho. El concepto de “pecado” está tan embebido en nuestra cultura que a veces no nos damos cuenta de que algunos actos de censura que cometemos son un sinsentido que si uno se pone a escarbar va a encontrar que su justificación está en la biblia a pesar de que uno sea cristiano, judío, ateo, etc. ¿Y no son varios de los pecados capitales placeres? ¿Entonces los placeres están mal?
Llegó el momento de hablar de una de mis películas favoritas, qué emoción. En The Rocky Horror Picture Show (1975) el doctor Frank-N-Furter nos invita a "give yourself over to absolute pleasure" (entrégate al placer absoluto) pero acá viene el giro ¿no es Frank-N-Furter el "villano" de la película? Claro, si, porque en realidad TRHPS, además de ser un homenaje a las películas de terror de clase B, es, todavía más importante, una sátira. Entonces, ¿qué se está satirizando? A ver, empecemos por los protagonistas. Los “héroes” de esta historia son Brad y Janet, arquetipos norteamericanos de jugador de fútbol americano y futura ama de casa de los años 50s y en el plano opuesto tenemos al Dr. Frank-N-Furter, el “villano”, que es un cross-dresser bisexual que constantemente está atendiendo a su propio placer, al punto que crea a un hombre, Rocky, a la imágen de su deseo. No nos olvidemos que el Doctor también seduce a Brad y desvirga a Janet. Ahí está el quid de la cuestión. El “mal” que quiere hacer el doctor, su rasgo de villano, su manzana envenenada, en realidad es el placer. Es que tiene sentido, ¿cuál es el mayor peligro de unos blanquitos protestantes puritanos como Brad y Janet? Sucumbir ante el deseo y el placer. Esa es la sátira de The Rocky Horror Picture Show, el ataque a los valores heteronormativos y puritanos del norteamericano promedio.
¿Es el placer el enemigo? Digamos que si, al menos para una porción de la gente. Llegó el momento de contarles una historia y hablar sobre un tema que me apasiona (¿me obsesiona? ¿me sublimeobsesiona? Bueno, bueno, perdón). En Estados Unidos, durante lo que se conoce como la época dorada del Classic Hollywood, hubo un reglamento censorio que se llamó el Hays Code (Código Hays, porque fue creado por Will H. Hays, el presidente de la asociación de distribuidores). Lo que establecía este código es qué temas se pueden poner en pantalla, de qué forma tratarlos y qué había que sacar de los guiones. ¿Se acuerdan que en el tercer Sublime Obsesión “MascxMasc: la masculinidad” yo les había contado que La gata sobre el tejado de zinc fue rebajada de sus temás más polémicos para ser adaptada al cine? Bueno, eso fue gracias al Hays Code, que, entre otros temas inmorales, prohibía la homosexualidad. Las películas podían no cumplir con el Hays Code pero eso implicaba que no pudieran ser distribuídas en las grandes circuitos de cine entonces, ante la posibilidad de no ganar dinero, los estudios decidieron adaptarse lo más posible al reglamento. Recordemos, después de todo, que el cine es una industria.
Pero Joel, a qué viene esta historia, estarán pensando. Bueno, ahora les cuento lo que me obsesiona: la mala mujer de las películas del Hollywood clásico. La mala mujer tiene ciertas características que la separan de la mujer recta, modelo a seguir. Pero ¿qué define a la mala mujer en contraposición con la “mujer ejemplar”? La mala mujer es aquella que es adúltera, que se dedica a la prostitución o, la que, entre otras cosas, se entrega a los placeres. El Hays Code tenía un apartado bastante claro sobre las “conductas inmorales”: si se van a mostrar, se tiene que mostrar también que estas conductas son castigadas, directa o indirectamente. Hay diferentes malas mujeres, por ejemplo no es lo mismo la mala mujer de The Postman Always Rings Twice (El Cartero Llama Dos Veces, 1946) y Double Indemnity (1944), adúlteras que usan los poderes de la sexualidad para seducir hombres e intentar matar a sus maridos, que la mala mujer demente y celosa de Leave Her To Heaven (Que el cielo la juzgue, 1945) y para este Sublime Obsesión me quiero enfocar en una mala mujer en especial: la que su “falta” es la de entregarse a los placeres. Al personaje de Barbara Loden en Splendor In The Grass (Esplendor en la hierba, 1961) le gusta tomar alcohol y acostarse con cuánto hombre se le cruce por el camino, muy parecido a nuestra amiga de “Si querés llorar, llorá: el melodrama” Dorothy Malone en Written on the Wind (Escrito sobre el viento, 1955), a Bette Davis en Of Human Bondage (Cautivo del deseo, 1934) le gusta jugar con los hombres, sobre todo los que sienten devoción por ella. A Joan Crawford en The Women (1939) le gustan los hombres casados y la plata. Hay decenas de ejemplos de mujeres como ellas, sobre todo las que encarnó Bete Davis. Lo más interesante, en realidad, además de ser terriblemente icónicas, siempre siendo los mejores personajes de cada película, es que también son la moraleja de la historia. Son una advertencia para las mujeres que ven la película. El desenlace del relato las convierte en la lección que una futura “mujer ejemplar” tiene que aprender y esta lección es “tené cuidado con entregarte a los placeres porque tiene consecuencias devastadoras”. Barbara Loden en Splendor In The Grass muere en un accidente de autos, Bette Davis en Of Human Bondage termina una prostituta que muere de tuberculosis, Joan Crawford en The Women casi que parece que va salirse con la suya pero termina completamente infeliz en el trabajo que tenía al principio. Tengan cuidado, señoritas, que si se entregan al hedonismo estas también podrían ser ustedes. En definitiva, el placer es el enemigo.
Por contraste voy a hablar de una película del pre-code (es decir, anterior al código Hays), una comedia del grandísimo Lubitsch en este caso. En Design For Living (1933) Miriam Hopkins, indecisa, se debate por los amores de un par de mejores amigos, Fredric March y Gary Cooper. Probando la suerte con ambos, le resulta imposible elegir a uno de los dos y termina tomando, creo yo, una de las más grandes decisiones de la historia del cine: se queda con los dos. ¡Si, forman una trieja! El final icónico de la película en el que los tres se encuentran sentados en la parte de atrás de un taxi y ella ¡los besa en la boca a ambos! ¿Se imaginan semejante situación en una película filmada durante el Hays code? Me cuesta imaginar algo así incluso hoy en día. Por favor, qué icónica. Vean esta película, es una excelente comedia.
Ya que estamos hablando de cine no puedo evitar este tema tan relacionado con el placer: el porno. Bueno, tampoco es que me voy a poner a hablar de porno pero si de algo terriblemente erótico. Bah, de alguien terriblemente erótico. Una institución. Así es, tampoco hay placer sin la Coca Sarli. Retomando un poco lo de la “mala mujer” podemos contrastar las producciones de la Coca Sarli con Armando Bo. Si, son películas puramente eróticas, pornográficas en las que Isabel pasa las mil y una, muchas veces en situaciones de abuso. SIn embargo varias de esas películas la ponen a Sarli en el papel de la seductora, en una mujer que está en control de su deseo y de su placer. El dominio sobre el propio goce actúa casi como un arma. Es algo que otorga poder. Un poco vuelve a recordar a la Madonna de Erotica aunque la Coca vino unas décadas antes.
Muchos artistas se animaron a la mezcla entre arte, porno y placer. Un dato que muchos no sabían y que a mi me encanta compartir es que Jeff Koons estuvo casado con la Cicciolina. Y este casamiento produjo obras, especialmente la serie Made In Heaven (1989) que comenzó siendo una especie de parodia de las películas porno en las que participaba Ilona y luego fue evolucionando agregando pinturas, esculturas, litografías. Creo que lo que Koons plantea con la serie de Made In Heaven es interesante porque apunta directamente a los caminos espinosos de las políticas del placer de las que hablábamos más arriba. Estamos ya bastantes acostumbrados a ver desnudos en el arte, incluso ya llegando a un punto de saturación del cuerpo desnudo. Sin embargo la percepción cambia cuando estos cuerpos se encuentran en un acto sexual. Y fue el acto sexual representado lo que encendió la polémica. ¿Qué pasa cuando se borra la línea entre pornografía y arte? ¿Quién dice que el placer no es arte? ¿Por qué imágenes eróticas que en otro contexto se utilizan para el autoplacer no pueden estar en un museo? Personalmente creo que estas obras
Y a veces el placer simplemente está en la contemplación del cuerpo dejando entrever que el placer fue anterior o posterior o que simplemente se encuentra en la imagen. Andy Warhol era adicto a sacar fotos, y muchas de estas fotos eran de hombres, algunos modelos, algunos amantes, algunos vaya a saber qué. Y muchas de estas fotos eran de sus genitales que luego se transformaron en las famosísimas litografías warholianas. La serie Torsos (1977) refleja todo esto. Son litografías de miembros y culos que abogan por el placer de la contemplación. También juegan un poco con la polémica que vimos de Jeff Koons. Un desnudo de cuerpo completo lo vimos miles de veces en diferentes museos y a lo largo de los siglos y sin embargo ¿Por qué cambia la perspectiva que tenemos del desnudo cuando son solamente los genitales? ¿Ese recorte tiene que ver más con el deseo y el placer que con el arte? ¿Dónde termina la contemplación de la obra de arte y comienza lo erótico?
Por otro lado, David Hockney también nos hace contemplar un cuerpo desnudo pero sabemos que es el de su amante entonces inferimos que hay placer en la representación del cuerpo desnudo. En el cuadro Peter Getting Out of Nick's Pool (1966) podemos ver a Peter saliendo de la pileta, completamente desnudo. Asumimos la vista de Hockney y contemplamos a su joven amante a través del deseo.
Creo que hablamos demasiado ya sobre el placer en relación al otro y nos falta hablar de un tema muy importante que es el placer en relación con uno mismo. En el mundo del diseño hay una cantidad enorme de personas que trabajan en la creación de instrumentos para el placer que abordan una cantidad amplísima de necesidades, situaciones, géneros, etc. y que proyectan más allá de la forma fálica clásica para encontrar nuevos diseños que se adapten mejor a cada uno. Por ejemplo, Coby Huang diseñó el sistema de objetos Rituals of Sexual Pleasure en los que la experimentación con diferentes formas y materiales como el vidrio y la madera, en contraposición con la silicona, buscan exponer al usuario a nuevas sensaciones. Además esta materialidad y morfología particular invita a probar diferentes zonas erógenas del cuerpo, combatiendo la idea de que son solamente los genitales los que reciben placer. Por otro lado, la marca Dame busca crear un sistema de objetos para el placer que se encuentran especialmente diseñados luego de un trabajo intenso de investigación de las posibilidades del placer. En cierto sentido las formas pueden parecer extrañas ya que uno tiene una imagen particular de cómo debe ser un objeto de placer y sin embargo cada uno de estos se encuentra especialmente diseñado para cumplir con una función específica. Lo que hacen este tipo de diseñadores y diseños es buscar alejar la morfología de estos objetos de la “sordidez” de lo fálico para también poder barrer con el tabú del placer individual. Una nueva forma a su vez puede generar una nueva conversación sobre la necesidad de la salud sexual a través del placer.
Una situación extrema que muchas personas viven es que el placer les fue arrebatado a través del abuso físico. A estas personas el trauma de una situación tan violenta en muchos casos las imposibilita poder conectar físicamente tanto con otras personas como con ellos mismos. En el 2017, la diseñadora Nienke Helder presentó un sistema de objetos llamados Sexual Healing enfocado particularmente en las personas que buscan afrontar un trauma físico y reconectar con el placer que les fue arrebatado. Este tipo de sistemas de objetos son importantes no solamente por el objetivo que buscan cumplir sino porque señalan la importancia del placer en la recuperación de una persona que lleva la carga de una situación traumática y, más allá de eso, también pone en evidencia la importancia del placer en general y la forma en la que está presente en más cosas de las que nosotros creemos.
Más arriba preguntaba si el placer es el enemigo. Y creo que todos podemos acordar que, todo lo contrario, el placer es nuestro amigo. Estamos viviendo tiempos muy complicados y tenebrosos. Creo que conocer nuestro propio placer es la forma que tenemos de combatir desde nuestro pequeño rincón del mundo lo que sucede afuera. No hablo solamente del placer sexual. Puede ser un libro, una película, una canción, una comida. El mejor regalo que nos podemos hacer es identificar nuestras fuentes de placer y aferrarnos a ellas.
Placenteramente suyo
Joel💋