¿Se acuerdan cuando les conté que en los orígenes de este newsletter la primera idea fue que cubriera solamente el diseño? Bueno, de esa primera idea yo hice una listita de temas y la que más, más, más ganas tenía de hacer es la del grandioso diseño italiano. Ahora que esa primera idea de newsletter se transformó en Sublime Obsesión y decidí abrir el abanico temático a discutir, puedo escribir esta entrega en la que vamos a hablar de diseño italiano, obviamente, pero también vamos a hablar de algunos italianos muy importantes en mi vida.
Arranquemos por una que sepamos todos. La primera italiana importante para Sublime Obsesión y que me acompaña desde que tengo uso de razón es, ni más ni menos, Mado… no, mentira, es Raffaella Carrâ. Hoy vamos a hablar de italianos-italianos, no de segundas generaciones de italianos en otros países (además ya hablé de Madonna la semana pasada y seguramente volvamos a ella en el futuro).
Raffaella Carrà forma parte del entretejido de la identidad argentina de una forma que pocos extranjeros lo lograron, argentina honorífica, una mezcla entre las canciones en español, el alto camp de los disfraces brillantes, la melena rubia. Obviamente no tengo recuerdo de cómo llegó Raffaella a mi vida porque siempre estuvo pero sospecho que habrá sido a través de “Hay que venir al sur” y esos movimientos del carré rubio que daban la impresión de que se le iba a desprender la cabeza del cuello.
¿Qué será que es tan hipnótica una rubia despampanante para un niño gay? Porque yo tenía una pequeña (sublime)obsesión. Sabía las canciones, veía los videos. Mis amigos de la adolescencia se deben acordar, hay videos que tengo guardados en algún lado (en un ipod nano cuyo cable no puedo hacer funcionar correctamente) de mi cantando Raffaella en los pasillos del colegio y gracias al agujero negro de información eterna que es la internet, gracias al uso que le daba a Facebook en el 2010, pude rescatar esto que escribí en mi agenda escolar (según el post de Facebook fue durante geografía, mi enemiga)
Es facil definir lo que puede llamar la atención de Raffaella Carrà, sobre todo para la comunidad LGBTTQ+: son los atuendos ajustadísimos, brillantes y escandalosos (fue Raffaella, en 1971, la primera mujer en mostrar ¡el ombligo! en la tv italiana), es la figura exorbitante que los atuendos se encargan de marcar y remarcar, es el carré dorado inconfundible, la teatralidad de los gestos y bailes, el carisma natural, la presencia total en cámara y, sobre todo, son las canciones. Los hitazos de pop para bailar hasta caerse rendido. Temazos como “Fiesta” “A far l'amore comincia tu” o “Lucas” (esta última sobre una chica que descubre que el novio la está engañando con otro chico) son los que la mantienen en la memoria colectiva, para ser recordada e imitada.
Hablando de teatralidad e italianas debo tomarme un momento para hablar de Mina. Creo que Mina es bastante conocida, es innegable, es la artista musical más exitosa de la historia de Italia. Para mi es LA cantante italiana (a diferencia de Raffaella que para mi es LA performer italiana) y la acompañan un montón de hitazos para probar lo que digo. Yo recuerdo que la descubrí cuando era adolescente y escuchaba el programa de la Negra Vernaci (creo que en ese momento en la Rock&Pop) y pasaban “Parole, Parole” para anunciar el segmento de Nushi Muntaabski que me encantaba porque hablaba de arte. Después de eso empecé a investigar y haciendo esa investigación caí en el agujero de conejo que es la discografía vasta, vastísima, de Mina. Empezando por clásicos como “Se Telefonando” e “Il cielo in una stanza” o “Un anno d’amore” que las chicas almodovar recordamos como la canción que Miguel Bosé dragueado lipsynchea en Tacones Lejanos, en la versión de Luz Casal. Una de mis historias favoritas de Mina es que en 1962 fue madre soltera e imaginense lo que pasó en un país ultracatólico como Italia. Si, la censuraron. Pero fue tal el reclamo del público que tuvieron que volver a transmitirla y Mina volvió y no sólo volvió sino que volvió hecha una rebelde: sin cejas, maquillada como una puerta, usando polleritas cortitas y, sobre todo, mezclando géneros y con unas letras picantísimas como una de mis favoritas, “Sacumdì sacumdà”, en la que la protagonista de la canción está en tratativas de hacer un pacto con el diablo. Se imaginarán lo que representó eso en el país del catolicismo.
Pero más allá de las canciones de Mina que adoro, mi verdadera obsesión es visual y se trata de la larguísima y legendaria colaboración con el fotógrafo, diseñador y artista plástico Mauro Balletti quien fue el que fotografió, diseñó, pintó, dibujó, creó las tapas de la gran mayoría de los discos de Mina y puedo afirmar que se encuentran entre las mejores colaboraciones de la historia del arte. Cada producción nueva que encaran ellos dos cuenta una historia completamente novedosa, tomando inspiración desde las pinturas de Picasso, Klimt o Metrópolis, siempre con Mina como musa y centro de la exploración. Acá dejo un montón de estas colaboraciones, imposible de elegir mi favorita:
Y no se puede hablar de teatreras italianas sin hablar de nuestra marica favorita, nuestro querido Pier Paolo Pasolini, director de cine, escritor, visionario, puto, comunista, católico y ateo. Un montón de cosas, todas importantes, todas influyentes en la persona que soy hoy. Mi primer recuerdo de PPP es el primer acercamiento que creo tuvimos todes les adolescentes que nos creíamos los más intelectuales: vimos Salò o le 120 giornate di Sodoma (1975) y quedamos marcados, algunos dirán traumados, otros, interesados. Yo por lo pronto diré que a los 16, 17 años no la entendí aunque seguramente dije que si. La entendí varios años después. Lo mismo con Teorema (1968), que vino después. Y es que en realidad me enamoré de Pasolini cuando lo empecé a entender de a poco, cuando entendí que en la adaptación de Saló las imágenes explícitas sexuales y de humillación en realidad estaban hablando sobre las relaciones de poder entre las personas y como la gente que tiene mucho puede hacer lo que quiera. En Teorema encontré una historia de la relación de la burguesía con el deseo y como algo, o alguien (¿una aparición?, ¿un ángel?), puede romper esta barrera de las apariencias y desencadenar lo impensado en esta familia de clase alta. Ya de más grande, hace relativamente poco y ya entiendo un poco más la forma en la que debía entender a PPP me voló la cabeza El Evangelio según San Mateo (1964) y su interpretación fiel de la vida de Jesús. También entre los muchos géneros que abarcó se encontró la comedia o el drama, en realidad también un poco de melodrama, como por ejemplo Mamma Roma (1962).
Y dejé Mamma Roma para el final del segmento de Pasolini porque me sirve para desviarme por una fuerza de la naturaleza, una diosa en la tierra, una de las actrices más talentosas de la historia, lejos: Anna Magnani. Porque Mamma Roma encapsula el talento total de Anna, el abanico completo de las emociones humanas que manejaba, el histrionismo italiano que van desde la carcajada que llena la sala de cine, que sale desde bien adentro hasta la desesperación total de una mujer que pierde lo más importante de su vida. Pocas actrices son tan fascinantes de ver, tan hipnóticas.
Cuando Roma, Citta Aperta (1945) sale al mundo, especialmente a los Estados Unidos causa un revuelo porque presenta una nueva forma de hacer cine, lo que hoy conocemos como neorealismo italiano, porque, entre otras cosas, representa un cambio en la forma de actuar donde la naturalidad toma el centro de interpretación. Yo soy el primero en admitirlo, yo, que pasé los últimos tres Sublime Obsesión recomendándoles películas hollywoodenses de los años 30s, 40s, 50s, admito que estas películas pueden ser un poco acartonadas, con sus actrices siempre peinadas y maquilladas no importa el status social o la situación, bien iluminadas y encuadradas y es por esto que Anna Magnani entró como una tromba. Anna no usaba maquillaje, tenía esas ojeras fantásticas que enmarcaban todavía más unos ojos expresivos como pocos. Su belleza era diferente a la de las actrices de Hollywood, parecía una persona “normal” y creo que eso siempre le jugó a favor, contrastada con la hermosura fría e inalcanzable de las estrellas de Estados Unidos. Es por eso que Bette Davis la admiraba, compartía con ella esa falta de miedo de perder el divismo en pos de una entrega total al personaje. Y también es por todo esto que Tennessee Williams la adoraba y escribió para ella The Rose Tattoo (1955), primero, unos años antes, como una obra de teatro que ella no quiso hacer por su mal manejo del inglés, y después una adaptación al cine que protagonizó junto a, qué hombre, Burt Lancaster. Lo más interesante de The Rose Tattoo, para mi, es que es muy fácil observar la disparidad entre ambos estilos de cine, lo que beneficia al personaje de Anna.
Durante estos años de adolescencia en los que estaba descubriendo a Mina y a Pasolini también descubría al diseño. Fui descubriendo el diseño de indumentaria gracias a programas como Project Runway y el diseño de interiores y mobiliario gracias al Sims. Y uno de los grandes descubrimientos del mundo de la indumentaria lo hice cuando encontré el trabajo de una diseñadora italiana.
Siento que todo parece una exageración y digo que todas las personas de las que hablo son importantísimas para mi pero de verdad que esta mujer es importantísima para mi. Estoy hablando de Miuccia Prada. Como su apellido lo indica, Miuccia Prada es la diseñadora de Chanel. No, mentira, perdón. Miuccia Prada es la diseñadora y heredera del imperio Prada y también diseñadora de su marca personal, Miu Miu. Pero ahora nos vamos a enfocar en Prada porque Miu Miu es técnicamente francesa.
Prada era una empresa clásica italiana que producía zapatos y cinturones de cuero como también lo hacía Gucci en su momento. No fue hasta que llegó Miuccia que Prada se transformó en el monstruo de billones de dólares que es ahora. Todo cambió cuando a finales de los 80s Miuccia presentó la primera colección de womenswear de Prada.
¿Se acuerdan el monólogo tan famoso de El Diablo Viste a la Moda que dice Miranda sobre que el suéter cerúleo de Andy en realidad se había originado en una colección de Oscar de la Renta que luego fue pasando por diferentes marcas, hasta llegar a un local barato donde ella lo compró? Bueno, durante muchos años, desde los 90s hasta los 2010s, más o menos, Miuccia Prada fue la persona que lograba imponer esas modas. Es decir, una moda llegaba a nosotros unos dos años después de que Miuccia la presentaba en una pasarela, ese era su poder. Probablemente durante esos años fue la mujer más poderosa de la moda y no exagero. ¿Se acuerdan cuando estaba de moda el rosa/chocolate y celeste/chocolate? Bueno, Prada. ¿Y cuando se pusieron de moda las plataformas? Eso duró años. Bueno, eso fue Miu Miu.
Y todo esto sucedió gracias a la estrategia de diseño y marketing de Prada. En los 90s, más precisamente la colección de Prada de primavera/verano 1996, los críticos de moda marcaron el nacimiento del emblemático ugly chic que iba a contramano de la moda del momento (piensen en Versace de los 90s, por ejemplo), con ropa medio deforme, largos raros, estampados setentosos, colores como el verde manzana y el marrón. ¿Qué buscaba Miuccia con esta ropa? Lo que hacía era crear una especie de código secreto, un chiste interno entre ella y los consumidores de Prada. “Es que vos no lo entendés, yo si entiendo a Prada, por eso lo uso”, es decir, básicamente, ropa “fea” para entendidos. Al armar este club de personas cool que consumían Prada comenzó a generar la necesidad de otras personas de también consumir Prada. Y al generar esta necesidad hizo que otras marcas empiecen a copiar lo que ella hacía para poder también vender, obviamente. Y es así como Miuccia se convirtió en la persona que imponía las tendencias. Creo que la mayor lección de todo esto para nosotros los diseñadores, de cualquier rama, la verdad, es tener confianza en nuestro criterio, tratar de no imitar, confiar en el público y también tener un poco (bastante) de sentido del humor.
Porque creo que el sentido del humor, el chistecito, el abrazo al camp combinado con la técnica prolija y la buena calidad de los productos, es la característica más linda que tiene el diseño italiano y es lo que lo hace mi favorito.
Hablando de ir a contramano de las modas y tener sentido del humor, uno de mis favoritos de siempre fue Franco Moschino quien fue el fundador de… Moschino. Lamentablemente Franco fue otra víctima de la crisis del SIDA pero en su corta carrera a la cabeza de Moschino (fueron apenas poco más de diez años) dejó un legado enorme de diseños que se cagaban de risa de la burguesía al mismo tiempo que le vendía productos carísimos que esa misma burguesía necesitaba. Otra vez esta cosita del chiste “si lo compro en realidad no se está riendo de mí, me estoy riendo con él”. Entre las muchas cosas icónicas que Moschino hizo está por ejemplo el abrigo adornado con ositos de peluches en el cuello y un gorro haciendo juego, que seguramente la señoras burguesas tenían uno igual de piel real, jugó con la silueta más clásica de la señora rica: el trajecito de Chanel, lo hizo de denim, le cambió los botones. Hizo un vestido que era una bolsa de Moschino. Jugó con las ropas que usaban las monjas. Fue uno de los primeros en mandar remeras en un desfile de alta costura. Pequeños chistecitos que lo impusieron como el diseñador más juguetón de la época y que lo sigue siendo. Es importantísimo no tomarse el diseño en serio.
No digo que el diseño no sea algo serio, porque lo es (a veces). El diseño puede salvar vidas, puede generar cambios en las ciudades, conductas nuevas en la población, mejorar la calidad de vida pero tampoco me vengan a decir que todos los que nos dedicamos al diseño estamos haciendo eso. Puede ser que querramos cambiar y salvar al mundo pero también queremos venderle su próxima mesita de arrime al que está construyendo su casa nueva en Nordelta. Y esa es la verdad ¡y está bien! tratamos de sobrevivir en este mundo capitalista. Así que si ya estamos completamente entregados a la maquinaria del consumo ¿por qué no cagarnos de risa un poquito?
Uf, qué serio se puso esto. Estás muy politizada, muy, muy de izquierda. Sigamos con cosas lindas que no estamos acá para amargarnos el domingo. Pasemos a otro grupete de italianos que hicieron un montón objetos bellísimos y divertidos. Hablemos de los diseñadores industriales italianos.
El diseño industrial italiano moderno (siglo XX moderno), el que me gusta, digamos, está ligado a la Segunda Guerra Mundial, como casi todo lo que sucedió en la primera mitad del siglo XX. Señalo esto porque es interesante la forma en la que surge de algo tan horrible, de la destrucción y la muerte. Llegada la paz, colgado Mussolini y con un país en ruinas, física y económicamente, los italianos se enfrentaban al desafío de volver a desarrollar su industria al mismo tiempo que buscaban reescribir su historia después de veinte años facismo. Había que mirar al futuro y lo que venía del futuro, desarrollado a pasos agigantados durante la guerra fue el plástico. Señalo particularmente al plástico porque en la posguerra representa un mundo de posibilidades, el cielo era el límite. De repente se podía podía producir en enormes cantidades, se podía diseñar cualquier cosa y se podía jugar, porque los diseñadores italianos vieron las posiblidades del plástico como una oportunidad para juguetear con las ideas, con las formas, con los colores, con las interacciones.
Lo que empezó tímidamente a meterse en los productos del hogar durante los 50s, en forma de baldes, tachos de basuras, palanganas y demás artículos, empezó sofisticarse cuando la economía empezó a crecer (“il miracolo italiano”) y la misma burguesía, la nueva clase media, también empezó a sofisticarse. Acá es cuando empiezan a meter la mano los diseñadores y durante los años 60s arranca la joda del diseño de plásticos en italia.
Volviendo un poco lo que decía antes del diseño italiano cuando hablaba de Prada y Moschino, es que una pata fundamental de éste es el sentido del humor. Creo que esto se va a ver mejor con algunos ejemplos. Empecemos por los clásicos. En 1962 Joe Colombo (fig. 1) explora las posibilidades del acrílico creando la lámpara Acrilica, que transfiere la luz desde abajo a través de la curvatura del plástico. En 1965 Richard Sapper y Marco Zanuso diseñan el teléfono Grillo (fig. 2). Empezando por el chiste del nombre (porque cuando sonaba parecía el ruido de un grillo), la forma novedosa que fue posible gracias a las posibilidades del moldeo de plástico y la novedad de la interacción porque era la primera vez que un teléfono formaba una sola pieza que se podía abrir y cerrar. En 1965 también Gae Aulenti presenta la lámpara Pipistrello (fig. 3) (murciélago en italiano) que tiene un cuerpo de ABS y una pantalla hecha en metacrilato que permite la formita que recuerda a un murciélago. En 1965 también (¡gran año!) Vico Magistretti diseña la lámpara Eclisse (fig. 4) que es mi lampara favorita de la historia del diseño y, más allá de eso que me parece muy importante, es fascinante la forma simple que tiene de interactuar para cambiar la intensidad de la iluminación. Después, en 1968, con un sistema parecido, Magistretti presenta la lámpara Telegono (fig. 5) con un cuerpo de ABS moldeado. En 1967, la diseñadora Anna Castelli presenta el sistema Componibili (fig. 6), hoy un clásico del diseño, explorando la linea entre diseño, funcionalidad y las posibilidades del plástico así como también lo hizo en 1969 Joe Columbo diseñando el carrito Boby (fig. 7), enteramente hecho de plástico y super funcional.
Si bien todos estos objetos mencionados antes son hermosos, son novedosos y son italianos también son bastante racionales. Hay colores fuertes, formas curvilíneas, un poco de ironía y sentido del humor, especialmente en los nombres. Pero en los 60s y 70s surge, como respuesta a esta racionalidad que a los jóvenes diseñadores les parecía un poco aburrida y burguesa, el diseño radical. El diseño radical busca la exploración de las posibilidades afuera de los convencionalismos del diseño establecido, más allá de la funcionalidad de los objetos y enfocarse más en el descubrimiento de la relación entre el diseño y el arte, especialmente el arte pop y el surrealismo. Así surgieron colectivos de diseño como por ejemplo Archizoom que en 1967 diseñan el sistema de asientos Superonda (fig. 1) que juega con las posibilidades de sentarse, reunirse, acostarse. En 1969 Getano Pesce presenta el sillón Up5 y la poltrona Up6 (fig. 2) que luego recibió diferentes nombres como Donna o La Mamma por sus formas voluptuosas (sus formas de tetas, estamos en confianza). De este sillón es interesante señalar la utilización de la espuma de poliuretano expandido, que permite jugar con la forma, de la misma forma que Studio 65 presentó en 1970 el sillón Bocca (fig. 3), inspirado por el surrealismo y hecho posible por la capacidad del poliuretano. Uno de mis diseños favoritos del diseño radical es el ¿sillón? ¿silla? técnicamente es una chaise lounge pero bueno, estoy hablando de Pratone (fig. 4), diseñado en 1966 por Pietro Derossi, Giorgio Ceretti y Riccardo Rosso. Creo que Pratone es el punto cúlmine de todo lo que viene hablando. Camp, sentido del humor, un poco de rebeldía y sin embargo sigue siendo un producto para sentarse, tirarse, probablemente bastante cómodo al ser de poliuretano.
Vamos a ir cerrando aunque podría estar días hablando de todo esto. Si quieren un día nos juntamos y empezamos a comprar qué diseños italianos nos gustan más. Releyendo un poco me di cuenta de que esto se volvió un poco una autobiografía, “los italianos de mi vida”, así que pido perdón por la retrospectiva de mi vida. “Pido perdón” como si todos los Sublime Obsesión no hubiesen sido “yo, yo, yo”. Pero bueno, escribo de lo poco que sé, y una de esas cosas es mi propia vida.
Cuántas cosas lindas que hablamos hoy, ¿no? Si hay algo que espero quede para la posteridad con este Sublime Obsesión sobre Italia es que debemos inyectar más sentido del humor en todo lo que hacemos. Dejemos de tomarnos en serio lo que no es serio. Basta de seriedad, para seriedad ya está la gente seria y cuadrada. Nosotros no lo somos, eso lo puedo afirmar. Por eso estamos acá, hablando de cosas lindas y divertidas. Más Raffaella, más Mina, más diseño italiano. Menos cosas aburridas. Y con eso me despido.
Tanamente suyo
Joel 💋